sábado, 28 de febrero de 2009

EL BUITRE Y EL PEZ (2)

Soñé que un buitre despedazaba a picotazos a una bestia aún viva. Sin salir del sueño supe que aquel enorme buitre era mi padre y que, por alguna razón, cuando despertara no temería a la luz del día.
[Del Cuaderno de notas de Manuel T. - Imagen: Presencia, Magritte]

miércoles, 25 de febrero de 2009

LOS LÍMITES DE LA ESCRITURA REALISTA

La escritura realista -la crónica, el testimonio, el costumbrismo- está invalidada para describir la realidad en toda su complejidad. Lo que esta escritura describe no es la realidad. Es semejanza condicionada por nuestra experiencia. A veces atravesada por un error o un equívoco. Si escribimos «Una mujer coge una naranja en el puesto de frutas del mercado» no descubrimos ninguna realidad. Apenas un gesto. O la apariencia de un gesto. Sólo cuando volvemos los ojos a nuestro interior y descubrimos quienes somos es que podemos acceder a la realidad y registrar el gesto de la mujer que coge una naranja en el puesto de fruta del mercado y a través de éste percibir sus emociones, sueños, ambiciones y casi todo lo que concierna a su vida. Porque en ese instante habremos atravesado el «bosque de signos» y construido la realidad simbólica que subyace bajo la realidad aparente.

[Del Cuaderno de notas de Manuel T.]

lunes, 23 de febrero de 2009

BABEL


Alcé la vista y vi que la torre de Babel se había multiplicado. Supe que no era un espejismo cuando la ciudad me atravesó el vientre y mis vísceras se derramaron lentamente trazando un laberinto de calles. En silencio. La agonía es interminable. Dios es la eternidad.

[Del Cuaderno de notas de Manuel T. - Imagen: Torre Bicentenario, México]

viernes, 20 de febrero de 2009

PAISAJE


Divago y entreveo gente labrando la tierra, algún pájaro, pueblos que se quedan mientras avanzo, paisajes que nunca conoceré.


[Del Cuaderno de notas de Manuel T.]

miércoles, 18 de febrero de 2009

SENSACIONES

«Un dolor de muelas tortura más que mucha enfermedades mortales. No hay proporción entre la intensidad del dolor experimentado y la importancia de la lesión para el conjunto.
Pero el conjunto y esta importancia son porvenir. Y el cuerpo no ve el porvenir. Todo él es presente y no siente lo que será. Reclama la muerte si el mar le hace vomitar- -Sólo ve lo que ve. La tortura no sabe esperar.» [De Cuadernos (1894-1945), de Paul Valéry]
Podemos apiadarnos del dolor de muelas del amigo, pero no aceptar que a causa de ese dolor rompa la casa que habita. [De Cuaderno de notas de Manuel T.]

martes, 17 de febrero de 2009

ACERCA DE LOS INSECTOS


¿Quién puede asegurar que los insectos no transmiten a sus especies instintos que son recuerdos, aromas que son sueños y sabores que son nombres, por ejemplo, entre las abejas, de obreras, zánganos y reinas?


[Del Cuaderno de notas de Manuel T.]

sábado, 14 de febrero de 2009

NADIE ESTÁ SOLO, José Agustín Goytisolo

Este año se cumple el décimo aniversario de la muerte de José Agustín Goytisolo y la Cátedra Goytisolo de la Universidad Autónoma de Barcelona lo recordará en el V Congreso Internacional dedicado al poeta y que tutela el profesor y poeta Ramón García Mateo. Además de los trabajos críticos, en la ocasión se presentará la poesía completa de Goytisolo y algunos comulgaremos en la lectura de quien era y es, según Carme Riera en el prólogo a la antología Los poemas son mi orgullo, «el más querido y popular» de los poetas españoles de los cincuenta. La poesía de este soapbox orator (orador callejero) llega hasta nosotros con la fuerza de su compromiso ético y la frescura de quien se reconoce poeta en la voz de los otros. Cómo no recordar y amar a quien escribió Hay quien lee y quien canta poemas que yo hice / y quien piensa que soy un escritor notable./ Prefiero que recuerden algunos de mis versos / y que olviden mi nombre. Los poemas son mi orgullo.

viernes, 13 de febrero de 2009

EL BUITRE Y EL PEZ

…También me asomé a una pileta de aguas turbias, por donde se desplazaba la oscura silueta de un enorme pez. Arriba, por el cielo nublado, volaba un buitre. Era tan simétrico el movimiento de uno y otro que, por un momento, tuve la sensación de que el pez era la sombra del buitre y al instante de que éste era la sombra de aquél. Bajé la vista y, como si siempre hubiese estado allí, me vi sumergido en la pileta, frente al pez que abría sus fauces. Grité, pero el grito se ahogó en la boca abierta y me inundó los pulmones. Supe que iba a morir. O tal vez a nacer. Sin embargo, antes de que una u otra cosa sucediera, el buitre penetró en las aguas y, con su enorme pico abierto y sus garras adelantadas, atacó al pez elevándolo a las alturas. Allí, aunque todo me resultaba oscuro y difuso, pude ver cómo el ave desgarraba la carne de la bestia dejando a la vista sus músculos y tendones prendidos al esqueleto. Las vísceras colgadas al aire. Notas de putrefacción precipitándose al vacío. El buitre devoraba su sombra. Finalmente, las aguas me cubrieron por completo y cuando desperté volaba entre las nubes con un corazón latiendo en el pico.
[Fragmento del Cuaderno de notas de Manuel T.]

miércoles, 11 de febrero de 2009

EPIFANÍA

El momento más completo del acto creador se produce cuando el poeta siente que el aullido que nace en sus entrañas y atraviesa su mirada de carne regresa al poema no escrito. Ese poema construido con versos de palabras ausentes, es decir, ese poema no dicho. Ese poema sin voz que disuelve la vida y enfrenta al poeta con la metáfora del silencio que lo alcanza desde el fondo del abismo.
[Fragmento del Cuaderno de notas de Manuel T.]

lunes, 9 de febrero de 2009

SOBRE LA INSPIRACIÓN Y EL COMPROMISO

En El corazón de las tinieblas, novela que Josep Conrad publicó en 1902, hay unos párrafos de excepcional belleza que ejemplifican el compromiso con la historia que se ha elegido narrar:
«Creo que me habría puesto a gritar si hubiera creído lo que veían mis ojos, pero al principio no quise creerlo, me parecía algo imposible. […] Lo que hizo que aquella sensación fuera tan opresiva fue –cómo podría definirlo- la conmoción moral que sufrí, como si algo verdaderamente monstruoso, intolerable para el pensamiento y odioso para el alma, me hubiera asaltado de repente. […] No traicioné al señor Kurtz, no traicionarle era como una orden para mí –estaba escrito que había de ser fiel a la pesadilla que yo mismo había elegido-.»
En esa piedra de silencio que es nuestra conciencia van grabándose, perfectas en su escritura, las intuiciones, las percepciones, los sentimientos y las experiencias que conforman nuestro estar en el mundo. El poeta es consciente de que las vetas líticas significan un recorrido vital y que el poema –el cuento, la novela- en tanto que representación de tal recorrido brilla ante él para que lo extraiga de la materia informe y lo transcriba para ser narrado. Pero eso que llamamos poema es uno entre un número indefinido de destellos que, agotándose en su fugacidad, desesperan por ser dichos, escritos, en su singularidad. Quizás es esto lo que el poeta llama inspiración. Ese agolparse de visiones entre las sombras y voces inaudibles a las que él ha de darles una forma y un sonido en el espacio y en el tiempo. No sin resistencia, finalmente el poeta acepta -siempre de modo imperfecto- contar. Esto significa que ha elegido una de las historias grabadas en la piedra, uno de los poemas, y que al elegir se compromete a ser fiel y responsable con tal historia.
[Fragmento del Cuaderno de notas de Manuel T. - Imagen, Daniel Madrid]

domingo, 8 de febrero de 2009

EL ESPEJO DE JAMES JOYCE

En una ocasión, James Joyce contó a su amigo Louis Guillet que en las islas Blasket había conocido a un viejo que nunca había salido de ellas. Cierto día se decidió y conoció la ciudad. Visitó varias tiendas y en una de ellas vio un pequeño espejo. Lo cogió, lo acarició y se lo llevó. Ya en su casa, lo sacó y al mirarlo exclamó «¡Papá, oh, papá!». Lo guardó como un tesoro sin dejárselo ver a nadie. Ni siquiera a su mujer. Cierto día, ésta, intrigada por el espejo, aprovechó un descuido del hombre y lo cogió. Lo miró y, decepcionada exclamó: «¡Bah, no es más que una cara vieja!» al tiempo que lo rompía arrojándolo contra una piedra.


[Fragmento del Cuaderno de notas de Manuel T. - Imagen, Autorretrato con espejo esférico, de Escher]

sábado, 7 de febrero de 2009

EL HUÉSPED, José Barroeta

Como todo hedonista, Barroeta concebía su cuerpo como parte de un orden superior en el que comulgaba con el amor con esa disposición mística de quien consagra las primicias. No es caprichoso que se reconozca como un ser «díscolo y entregado al vino», declamador de tascas, y al mismo tiempo en el «desposado de canaán», es decir, no aquel que obra el milagro, sino aquel que lo goza, extramuros del orden del mundo, de la realidad inmediata. En la realidad del poeta, la del que busca su yo y su otro en los muelles de Nueva York y en la del Odiseo cuya vida está escrita en el fondo del mar.
Le conocí en las Gunyolas, en casa de Paco y Olga, nuestros editores de Candaya. Hablamos, como seguramente hablaban los rapsodas, ante el fuego. Lo hicimos bebiendo vino y embriagados por el aroma de un cordero que se hacía como una ofrenda; hablamos para conocernos.
Ahora que recuerdo a Pepe Barroeta me vienen a la memoria golpes de color, el ocre de las viñas y el añil del cielo, y no sé de verdad si, según dice uno de sus versos, «siguió la tradición de morir / o aún espera». No sé tampoco cómo vivió Pepe Barroeta aquel momento que compartimos junto al fuego, pero sí se que yo lo viví, como un gaucho que hablaba con Homero.

viernes, 6 de febrero de 2009

EL OTRO


En el mismo instante en que vi sus rostros, me reconocí. Su silla estaba vacía. En el cuaderno de notas que había dejado sobre la mesa, leí:

«En el mismo instante en que vi – en que creí ver- sus rostros, me reconocí».
[Fragmento del Cuaderno de notas de Manuel T.]

miércoles, 4 de febrero de 2009

NADIE, NADA, BECKETT ESPERA A GODOT

Al final de su vida, Kurtz, el protagonista de El corazón de las tinieblas, de Josep Conrad, dice «¡El horror!¡El horror!», y sus palabras quedan vibrando como un eco silencioso en la memoria de Marlowe, imposibilitado de expresar «la pesadilla que yo mismo había elegido».
Acaso, esta misma imposibilidad de expresar su angustia existencial lleva a Vladimir y Estragón a confluir en un cruce de caminos y esperar a Godot. El absurdo se hace tangible en un mundo desquiciado por la Segunda Guerra Mundial. ¿Quienes son ellos? ¿De dónde vienen? ¿Quién es el Godot que esperan y los paraliza? ¿Qué los aboca a una resistencia vital sin más? Vladimir y Estragón esperan hasta que la evidencia de esperar en ese lugar les hace dudar de que realmente deban estar allí. Entonces, lo único que se les hace factible es jugar y en ese juego el lenguaje se vuelve peligroso, perverso, para el lenguaje, es decir para ellos, en tanto que sujetos verbales desposeídos de significación en el mundo y situados en un cruce de caminos que atraviesan la nada. Nadie. Nada. Sólo la instancia de Godot parece justificarlos y aproximarlos en esa radical soledad, en esa extrema angustia que los embarga. Pero ¿quién es Godot? No parece haber respuesta y sólo queda la escenificación del evidente y brutal nihilismo resumida en una frase: don Nadie espera Nada. La existencia reducida a una espera sin sentido. A un juego cruel entre seres desvalidos e insoportablemente solos.

martes, 3 de febrero de 2009

AUTOBIOGRAFÍA CON PAUL NEWMAN


Un hombre ya mayor confiesa en sus memorias que es un estafador. Una mujer, acaso su pareja, impresionada por la revelación, le presenta a Paul Newman. Mientras el estafador y la mujer permanecen de pie en medio de una sala desnuda de muebles, el actor está sentado en el suelo abrazando sus piernas. Yo estoy allí con la sensación de que el actor ha sido invitado a encarnar al estafador en una película basada en su autobiografía. El actor y el hombre se parecen. Paseándome entre ellos, les digo que lo que me asombra de esas memorias es la sinceridad. «Todo el mundo miente sobre sí mismo, todo el mundo se santifica», me oigo decir, «sin embargo, aquí todo es tan crudo que parece verdad ¡Qué contradicción! ¡Un estafador íntegro!».
Paul Newman y la mujer me miran con indiferencia, el hombre con un extraño brillo en los ojos. Como si sonriera para sí. Entonces dudo. Newman se ha subido a un árbol. ¿Y si no es un estafador y nos estafa con esta historia escrita para serlo? Abro el libro. De la oscuridad de sus páginas cuelgan cuatro sonrisas de Chesire. Alzo la vista y, por el techo abierto de la sala, veo un número infinito de sonrisas iguales titilando a miles de años luz.
[Fragmento del Cuaderno de notas de Manuel T.]

domingo, 1 de febrero de 2009

LAS CONSTELACIONES DE MIRÓ, José Corredor-Matheos

José Corredor-Matheos desde su Carta a Li Po manifiesta su identificación con una poesía transparente y esencial. Pero mientras en los poetas chinos la transparencia y la esencialidad son espontáneos, acaso a causa de su escritura ideográfica, en Corredor-Matheos son fabricaciones del lenguaje. La comunión entre la sensibilidad ante las cosas del mundo y la voluntad de expresarlas decantadas de todo artificio desencadenan en el poeta un arduo proceso de depuración de la palabra a fin de que nada interfiera sus visiones y las más íntimas vibraciones del alma.
Ante Las constelaciones de Joan Miró, poema de Un pez que va por el jardín, Corredor-Matheos, justo Premio Nacional de Poesía en 2005, no sólo expresa su emoción ante el génesis del mundo narrado por Miró, sino también la que se siente en el instante epifánico de la liberación; el momento en que nos elevamos por encima de ese «bosque de símbolos», como escribió Baudelaire, para oír la música que late en el universo.