miércoles, 31 de diciembre de 2008

¡JERUSALEM, JERUSALEM!

El año acaba con una guerra. Una y la misma guerra. Empezó hace mucho tiempo. Es la guerra de la sagrada estupidez; de la intolerancia y la incomprensión, pues ambos pueblos parecen ignorar que no hay supervivencia sin generosidad. No hay supervivencia sin aceptación del otro.
«¿Por qué se continúa fomentando el odio en la franja de Gaza? Nunca podrá haber una solución militar, porque dos pueblos luchan por una sola tierra. Por fuerte que sea Israel –dice Daniel Barenboim– siempre sufrirá inseguridad y miedo. El conflicto se devora a sí mismo y al alma judía, y siempre se le ha permitido que lo haga. Quisimos hacernos con tierras que nunca pertenecieron a los judíos y construir asentamientos en ellas. En este hecho, los palestinos ven, y con razón, una provocación imperialista. Su resistencia, su ‘no’, es absolutamente comprensible, pero no los medios que utilizan para llevarla a cabo, ni tampoco la violencia o la inhumanidad indiscriminada».
Pensaba en estos dos pueblos hasta ahora irreconciliables cuando hace un tiempo escribí los siguientes versos que son una «Advertencia»: ¡Ay del pastor que alza su cayado y atribula al cordero inerme! / ¡Ay del pastor que fundamenta al rebaño armado! // ¡Ay de la paloma que zurea en la sílaba del olivo!. El fragmento del poema que sigue nace del mismo dolor que provoca la estupidez humana.

EL RITMO EN LA POESÍA

Emmanuel Lévinas afirma que el ritmo indica «el modo en que el orden poético nos afecta. De la realidad -continúa- se desprenden conjuntos cerrados cuyos elementos se reclaman mutuamente como las sílabas de un verso, pero que no se reclaman más que imponiéndose a nosotros. Pero se imponen a nosotros sin que los asumamos. O, más bien, nuestro consentimiento con ellos se invierte en participación. Entran en nosotros o nosotros en ellos, poco importa. El ritmo representa la situación única en la que no se puede hablar de consentimiento, de asunción, de iniciativa, de libertad, porque el sujeto es asido y llevado por el ritmo. Forma parte de su propia representación. Ni siquiera a pesar de él, pues en el ritmo ya no hay sí-mismo, sino como una transición de sí al anonimato. Es eso el sortilegio y el encanto de la poesía y de la música. Un modo de ser al que no se aplican ni la forma de la conciencia, ya que el yo se despoja de su prerrogativa de asunción, de su poder; ni la forma del inconsciente, ya que toda la situación y todas su articulaciones están presentes, en una oscura claridad. Sueño diurno. Ni la costumbre, ni el reflejo, ni el instinto entran en esta claridad».
[La realidad y su sombra, Emmanuel Lévinas. Trad. Antonio Domínguez Leiva. Editorial Trotta, 2001]

viernes, 26 de diciembre de 2008

Sobre el silencio y el poema

EL GESTO Y LA REALIDAD

Lo que la escritura describe no es la realidad. Es semejanza condicionada por nuestra experiencia. A veces atravesada por un error o un equívoco. Ni siquiera la crónica ni el testimonio quedan al margen de esta circunstancia. Si escribimos «Una mujer coge una naranja en el puesto de frutas del mercado» no descubrimos ninguna realidad. Apenas un gesto. Sólo cuando volvemos los ojos a nuestro interior y descubrimos quienes somos es que podemos acceder a la realidad y registrar el gesto de la mujer que coge una fruta en el puesto de fruta del mercado y también la realidad de sus emociones y sueños.
[Fragmento del Cuaderno de notas de Manuel T.* Imagen mercado de México]

viernes, 19 de diciembre de 2008

INVIERNO

El cosmos de O las estaciones es, a modo de cueva platónica, la representación poética de la vida en el mundo. El ser a expensas de las tensiones entre el cuerpo y el tiempo. Eso que el filósofo Carlos Gurméndez llamaba pasión. «La pasión es el Uno/Todo de este universo/mundo en el que gozamos y sufrimos. El espacio de nuestra temporalidad fugitiva». O las estaciones es un intento en este sentido de mostrar la pasión así entendida, es decir, despojada «del egoísmo posesivo» que destruye al ser humano y lo extraña de las realidades del mundo, su hábitat natural. La actividad apasionada (sentimentalizada) logra su completa objetivación individual cuando se identifica con la totalidad del género humano y los demás seres y cosas que conforman la naturaleza. «Entonces, no habrá rivalidades, luchas competitivas, afanes dominadores, desencuentros en los encuentros, y sí un coro armonioso de voces distintas», afirma el maestro en Ontología de la pasión (FCE, 1996).

miércoles, 17 de diciembre de 2008

MARTÍN FIERRO, José Hernández

El poeta tiene la obligación de pensar en voz alta y de manifestar su compromiso civil con los valores éticos esenciales que han de regir la vida y la conducta de los individuos. No se trata de que su poesía renuncie a la búsqueda de respuestas a las preguntas esenciales que afectan a la naturaleza humana en favor de la denuncia o el testimonio más crudos, sino de que él, como ciudadano, asuma ante la comunidad la responsabilidad moral que conlleva la condición de poeta. [Fragmento del Cuaderno de notas de Manuel T.] En este sentido el Martín Fierro, de José Hernández, constituye un soberbio ejemplo, del cual se cumplen cuarenta años de su recreación fílmica por Leopoldo Torre Nilsson, con Alfredo Alcón encarnando al mítico gaucho. La secuencia elegida es el final, donde Fierro, después de una payada, duelo cantado y sublimación del duelo a cuchillo entre los gauchos de la pampa, se separa de sus hijos y les aconseja que hagan lo mismo para escapar de sus pobres destinos. Como don Quijote que, en tanto que representación de un ideal ético, escapa a la muerte física y se esfuma en la llanura manchega, también Martín Fierro, arquetipo de la víctima resabiada de las injusticias del poder, también desaparece en la vasta horizontalidad de la pampa.

martes, 16 de diciembre de 2008

LA VOCACIÓN DEL POETA

[...] Es sobre la memoria que el ser humano puede proyectarse en el tiempo y trascender más allá de sus limitaciones individuales en la realidad del mundo.
Es a partir de esta experiencia cuando empieza el proceso de gestación de la obra de arte, la concreción del deseo que ha llevado al poeta hasta la estación abisal. El instante maravilloso que pone al artista ante la sinceridad de su vocación. ¿Qué hacer? ¿Debe moldear la criatura a gusto de la comunidad? ¿Cómo revelar la verdad entrevista sin traicionarla ni traicionarse? ¿Cómo pintar, esculpir, escribir? ¿Cómo descubrir?
Aunque la encomienda del poeta es social, su experiencia es individual y es ahora cuando advierte la presencia del otro; la de aquel con quien debe compartir lo entrevisto. Es decir, la obra que nace de su experiencia artística. Pero ¿quién es ese otro? ¿Importa?
Estas preguntas identifican las trampas del poder humano y de cualquiera de sus ideologías que pretenda legitimar su dominio sobre los individuos. No se concibe la obra de arte para alguien determinado. No se la concibe para entretener, sino para revelar. La obra de arte, un cuadro, una escultura, una pieza musical, un libro, es una huella original. Se escribe, se pinta, se esculpe para conocer, conocerse y descubrir la realidad del mundo y de la naturaleza humana. [...]



[Fragmento del Cuaderno de notas de Manuel T. * Imagen Performance de Esther Ferrer sobre un poema de Mallarmé]

domingo, 14 de diciembre de 2008

EL CLARO EN EL BOSQUE


al final (¿al final?), perseguido por fieras, alimañas y aves invisibles llego a un claro. Recobro el aliento. Sé que es sólo una tregua. En las lindes de la luz un tumulto de sombras espera la rendición. Pronto, la noche será esa brisa oscura que llena los resquicios del bosque y ese polvo impalpable de mariposas nocturnas que cubrirá mi cuerpo y cegará mis ojos. Cuando ese momento llegue, oiré cómo la tierra deglute y digiere los últimos brillos hasta que yo sea (¿al final?) la indistinta sombra mientras el otro que soy sueña. Sueña ignorante de que la luz que lo alumbró es igualmente sombra. Ignorante de que ella también ignora que la estrella donde nació se ha extinguido hace mucho tiempo y que desde entonces ella, como el que sueña, huye de las tinieblas para alcanzar ¿al final? un claro en el bosque...
[Cuaderno de notas de Manuel T. ]

sábado, 13 de diciembre de 2008

EL POEMA Y LA COMETA



La cometa es un ancla lanzada al aire. El niño lo sabe mientras es niño. La cometa lo ancla al mundo donde sueña. El poema es una cometa sujeta a la mano del poeta. El niño no suelta el hilo de su vuelo. El poeta tampoco. Ambos creen en la realidad del sueño.
[Cuaderno de notas de Manuel T. - Imagen: Pintura infantil recogida por Hetty van der Linden, Fundación Paint a Future]

viernes, 12 de diciembre de 2008

JAIPUR, José Luis Giménez-Frontín

José Luis Giménez-Frontín ascendió por la escalera del observatorio astronómico de Jaipur y, al escrutar las estrellas, seguramente reconoció el «alfabeto sideral», del que habla Julio Cortázar, y el Poema con estrofas de versos de diez sílabas que representa a Esplendor y que contenía «diez divinos, diez oblaciones, diez recompensas del grupo del sacrificio» a los dioses, según anotó Octavio Paz en El mono gramático evocando el Satapatha-Brahmana, 11-4-3.

EXPRESIÓN Y PERCEPCION DEL POEMA

En Notas de literatura (Ariel, 1962, trad. Manuel Sacristán), Theodor W. Adorno afirma que «no se trata de que lo que expresa el poema lírico tenga que ser directamente lo vivido por todos. Su generalidad no es una volonté de tous, no es una universalidad de la mera comunicación de lo que los demás no pueden concretamente comunicar, sino que la inmersión de lo individuado alza al poema lírico hasta lo general por el procedimiento de poner de manifiesto algo no deformado, no aprehendido, aún no subsumido, anticipando así espiritualmente algo de una situación en la cual ninguna mala generalidad, que es profundísima particularidad, encadenara a lo otro, a lo humano. [...]. Pero esa generalidad del contenido lírico es esencialmente social. Sólo entiende lo que dice el poema aquel que percibe en la soledad del mismo la voz de la humanidad; aún más; incluso la soledad misma de la palabra lírica está predibujada por la sociedad individualista y finalmente atomística, del mismo modo que, a la inversa, su constricción general vive de la densidad de su individuación»

miércoles, 10 de diciembre de 2008

LA VANGUARDIA DESTACA ESTE CANAL














En su edición del 10 de diciembre, el diario La Vanguardia, de Barcelona, destaca El Canal de Poesía de A.T. A poco más de un mes de su inauguración esto supone un importante aliciente para continuar con la difusión de la producción poética desde la honestidad, la libertad y la imaginación aprovechando los recursos tecnológicos que se me presenten.

lunes, 8 de diciembre de 2008

JOAN MANUEL SERRAT RECITA A WALT WHITMAN

Coincido con Borges cuando afirma que «el idioma de Whitman es un idioma contemporáneo; centenares de años pasarán antes de que sea una lengua muerta». En Hojas de hierba el poeta habla con radical sencillez para recordarnos que apenas somos apenas una brizna en el bosque cósmico.
La clara voz del joven Joan Manuel Serrat expresa con fuerza un hermoso fragmento, al que sólo le sobra la obvia adhesión del cantante al final de su recitado.

jueves, 4 de diciembre de 2008

CARICIA

Para recrear este poema de Sílabas de arena quería, además de una imagen «naturalista» y sugerente, una banda sonora que evocara junto a las palabras la ternura, la sugestión y la belleza del gesto. El misterio de aquello que no puede ser dicho cuando intuimos la verdad de ciertas cosas. El lieder -voz que los traductores no se ponen de acuerdo si traducir como «poema», «canción» o ambas cosas- de Franz Schubert, Nachtviolen (Don Diego de noche), con versos de Mayrhofer transmite con una gran sencillez y delicadeza el carácter contemplativo e interrogativo del poema.


[Imagen de
vídeo Pasarlascanutas.com]

martes, 2 de diciembre de 2008

PLENITUD DEL ACTO CREADOR


El momento más completo del acto creador se produce cuando el poeta siente que el aullido que nace en sus entrañas y atraviesa su mirada de carne regresa al poema no escrito. Ese poema construido con versos de palabras ausentes, es decir, ese poema no dicho. Ese poema sin voz que disuelve la vida y enfrenta al poeta con la metáfora del silencio que nos alcanza desde el fondo del abismo.
[Fragmento del Cuaderno de notas de Manuel T. * Imagen: Vacuidad, de A.T.]